CIRCULO DE ESTUDIO

Jerarquía o Saberes

Por: Camilo Solís

Nos enseñan que educación es cumplir con un esquema de niveles o grados de aprendizaje y como alumnos recorremos en este proceso, los programas de estudios que integran conocimientos básicos, para aplicarlos en esa etapa y en los siguientes niveles que exigirán distintas formas (quizá más complejas) en la comprensión y aplicación del conocimiento.

En la educación de escuela, hay un momento en el que se dice haber llegado a estudios superiores, entendiendo estos como estar en uno de los niveles más altos del conocimiento, idea que resulta, desde las bases educativas que nos llevan a tal nivel, ilusoria y sobreestimada.

Primero, por la idea de pasar niveles previos para alcanzar cada vez más formas de conocimiento, teniendo durante los años de primaria, mayores opciones de conocer distintas ciencias que en los mismos estudios superiores. En lo superior, los conocimientos se segmentan, se reducen a conglomerar lo más posible de elementos de una sola disciplina, y a emplear nociones de otras para revalidar o complementar a la propia.

Esto con el fin de especializarnos pues en cada uno de los campos del conocimiento hay amplia diversidad de perspectivas para entenderlas y aplicarlas, pero la especialización hace que cada quién, dentro de su disciplina, tienda a reducirse a ella.

Podemos pensar que se resuelve con la llamada interdisciplina, que si bien es cierto que de ella surgen y se validan hasta hoy, nuevas ramas del conocimiento, en más de las veces está aplicada a razón de argumentos académicos, y muy poco a razón práctica social y laboral, mucho menos para fomentar proyectos de trabajo interdisciplinario con el fin de colaborar directamente y sin mediadores, en los distintos casos donde la tan comentada repercusión social del saber halle lugar.

En la variedad de saberes de los primeros años de estudio tal vez no encontremos el carácter especializado de un conocimiento universitario, pero la especialización no necesariamente es un conocimiento superior, aunque el atractivo de establecer y apropiar jerarquías así lo afirma. La estructuración educativa en la superación de niveles o jerarquías, es un esquema que tiene mucho de supuesto, y aunque ello sea obvio para muchos, no deja de ser implantado como una realidad que define quiénes son los que saben y quiénes no, o quiénes saben más y quiénes menos.

Los niveles y procesos educativos no se establecen por igual en todos los Estados, ni siquiera están por igual dentro de un Estado específico. Una estudiante de Texcoco, desistió de hacer su estudios en la Preparatoria 1 de Mérida, porque lo que ahí enseñan ella ya lo había estudiado desde la secundaria en su región. También en Mérida, los alumnos del Piaget obtienen más elementos para el análisis y la discusión de conocimiento, que los alumnos de Preparatoria 1 y Preparatoria 2, famosas por sus estrictos maestros.

Da lo mismo el nivel de estudios donde estés si no se aplica la estrategia educativa que libere la curiosidad de conocer, entender, saber y practicar. Sin ello, se hace de cualquier nivel una simple categoría con licencia. He escuchado a universitarios preguntar en qué carrera está, a una persona que les habló con cierto conocimiento sobre temas sociales, y les ha aclarado que es de preparatoria. La posibilidad de adquirir conocimientos, aplicarlos y promoverlos tiene más bases que los avalados por instituciones y jerarquías.

Habría que abarcar más momentos de contradicción y aciertos del saber distribuido en jerarquías para dar un criterio al respecto, pero en lo que no hay duda es que repercute, cuando se llega y avanza por los supuestos niveles superiores, en la asimilación y mantenimiento de la desigualdad social entre semejantes.

El Estado tiene la obligación de emplear los recursos públicos para garantizar estudios preescolares, de primaria, secundaria e incluso preparatoria, pero al momento de querer ingresar a los estudios universitarios, hay casos en que ese derecho, recibiendo parte de los impuestos que paga la ciudadanía, se establece como si se tratara de un privilegio.

Para mantenerse en la universidad pública de esta región, la Universidad Autónoma de Yucatán, es requisito pagar anualmente desde setecientos pesos o hasta más dependiendo de la Facultad a la que te inscribas, y también se paga por dos o hasta cuatro transportes en total al día para ir y venir de la escuela, además de pagar el costo de los materiales de estudio que regularmente se necesitan. Todo ello es insostenible para una gran cantidad de personas que busquen ingresar a la universidad, pues incluso los que desean estudiar y tiene un trabajo para sostenerlo, tendrían que dejar su empleo para asistir a los horarios de escuela, y la becas dirigidas a estudiantes también piden como requisito que el estudiante no trabaje, lo cual de nuevo complica la opción de estudiar y trabajar al mismo tiempo.

Vemos que desde tal caso se contradice el concepto de educación pública, pues gran parte de la población no podrá participar en ella, pues dentro de una lógica de orden jerárquico, muchos carecen de los requerimientos económicos para acceder a ese derecho a la educación trastocado en privilegio. Sin embargo, al seguir siendo universidad pública, continúa recibiendo recursos federales y estatales, no en miles de pesos, sino en millones, sumados a los pagos de inscripciones. Si hay millones en recursos federales y estatales ¿por qué existen las cuotas de inscripción? Mucho se justificará en lo que se emplea en las aulas: pizarrones, sillas, mesas, computadoras, libros y demás, pero la inversión más constante es destinada a salarios que también se distribuyen por jerarquías. Sólo en el edificio central de la UADY, el rector cobra mensualmente cerca de ochenta mil pesos, sin contar los viáticos, esto aunado a los salarios mensuales que en cada una de sus secciones administrativas reciben los empleados en ellas, salarios que oscilan entre los cuarenta y cincuenta mil pesos mensuales.

Si vamos hacia cada Facultad, los directores también reciben un salario que llega a treinta mil pesos mensuales, los maestros un poco menos, pero cabe señalar que sus salarios varían dependiendo de en cuál Facultad trabajen. De tal forma, la universidad pública que abrió sus puertas para que la población accediera al conocimiento, se encuentra dirigida con más afán de ser partícipe en dar continuidad a jerarquías que mantienen la desigualdad, y así lograr que socialmente se acepte dicho rumbo como si fuera ley suprema, siendo esto lo representativo de su repercusión social.

Aunque sea complejo cambiar que la educación se distribuya por grados, momentos y niveles, ello no significa que el saber sea motivo para subsidiar privilegios de jerarquías, porque los recursos asignados a la educación pública son para posibilitar el aprendizaje y la enseñanza, lejos de exclusiones que interrumpen la voluntad de compartir el saber.

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