LO QUE NOS DEJAMOS IMPONER


La incomprensión de lo que nos dejamos imponer

Primero una afirmación temeraria: “la izquierda de todos los tiempos y en todos los países ha sufrido para entender y desarrollar el juego electoral”
Semejantes generalizaciones parecieran decir algo cuando en realidad son expresión de una enorme indefinición que pretende ocultar una incomprensión aún mayor acerca de lo que, de ninguna manera, es un juego: la lucha de clases y su devenir histórico.
No sabemos a qué izquierda de toda la geografía del mundo, y a qué tiempo histórico hace referencia el autor, sin embargo en lo único en que podemos acordar (sin afán de buscar falsas coincidencias) es que las izquierdas han sufrido sí, es cierto. Y mucho. Cuestionar el orden estatuido, denunciar sus trampas, rechazar leyes y propuestas maliciosas, desde la fangosidad de las trincheras de los desposeídos suele conllevar miseria, dolor, dudas, contradicciones y, en algún momento hasta resistir cañonazos, de acero o de dinero. Lo fantástico es que, a pesar de todo ello, siguen existiendo miles y miles de personas que levantan la voz y accionan para detener injusticias, resistir la opresión política y la explotación social o ampliar la democracia para connotarla con sus visiones de clase. Lo electoral fue y es una tarea más de las muchas que las izquierdas articularon en su lucha contra el sistema. Dentro del amplio campo ideológico de las izquierdas siempre habrá diferencias y por suerte las ansias de “comando único” nunca se han impuesto definitivamente. Sigue en pie, sin embargo, la necesidad de navegar con habilidad en las aguas políticas de la hipocresía y el olvido. 
 
Izquierda y derecha son términos relativos
Los contenidos en la disputa o debate social cambian de acuerdo a circunstancias sociales y políticas y, si específicamente nos referimos a México, los términos del debate cambian con los intereses personales, no reparando siquiera en engañar o robar conceptos y consignas nunca cabalmente entendidos, o interesadamente entendidos para ser implementados en los “juegos” electoral.
Así, la “socialdemocracia” de Beatriz Paredes difiere y en mucho, de otras socialdemocracias que se definen programáticamente con mayor radicalidad. Si quisieran parecerse a ellas debería el programa del PRI verse diferente y llevarse a la práctica de una manera distinta a la que hasta ahora han acuñado. No sólo su programa de acción debería ser corregido, sino también la propia descripción de la realidad y en consecuencia las propias acciones. Así, por ejemplo, en el Programa del Partido Obrero Alemán de 1920 se enunciaba:
* Combatimos la práctica parlamentaria, generadora de corrupciones, de concesión de cargos por relaciones de partido, sin preocuparse ni del carácter ni de las capacidades.
* Exigimos que el Estado contemple como su primer y principal deber el promover el progreso de la industria y el velar por la subsistencia de los ciudadanos del Estado.
* Todos los ciudadanos del Estado gozarán de iguales derechos y tendrán idénticas obligaciones.
* El primer deber de todo ciudadano es trabajar, física o intelectualmente. La actividad del individuo no debe de ser perjudicial a los intereses de la colectividad sino inscribirse en el marco de ésta y en beneficio de todos. Por eso exigimos:
- la abolición de todo ingreso no conseguido por medio del trabajo
- la abolición de la servidumbre impuesta por el interés del dinero
* La supresión de la renta de los ociosos y los que tienen la vida fácil, la supresión de la esclavitud de los intereses.
* Exigimos la nacionalización de todas las empresas que se han organizado hasta la fecha en forma de monopolios.
* Exigimos que las utilidades de las grandes empresas sean compartidas para toda la Nación.
* Exigimos que se ponga en práctica un plan gradual de asistencia social a la vejez.
* Exigimos la creación y mantenimiento de una sana clase media, la nacionalización inmediata de las propiedades utilizadas en la especulación, a fin de que se alquilen en favorables condiciones a pequeños comerciantes, y que se tengan especiales consideraciones para con los pequeños proveedores del Estado, de las autoridades de distrito y de las localidades menores.
* Exigimos una reforma de la propiedad rural para que sirva a nuestros intereses nacionales; la sanción de una ley ordenando la confiscación sin compensación de la tierra con propósitos comunales; la abolición del interés de los préstamos sobre tierras y la prohibición de especular con las mismas.
* Exigimos la persecución despiadada de aquellos cuyas actividades sean perjudiciales al interés común. Los sórdidos criminales que conspiran contra el bienestar de la Nación, los usureros, traficantes, especuladores, etc. Deben ser castigados a la pena capital, sean cuales fueren su credo o su raza.
      * El Estado procurará elevar el nivel general de la salud de la Nación amparando a las madres e infantes, prohibiendo el trabajo   de los niños, aumentando la eficiencia corporal mediante la gimnasia obligatoria y los deportes y apoyando sin restricciones a los clubes fundados con el objeto de promover el mejoramiento físico de la juventud.
* Exigimos la libertad para todas las denominaciones religiosas dentro del Estado mientras no representen un peligro para éste y no militen contra los sentimientos morales de los mexicanos. No nos comprometemos, en materia de credo, con ninguna confesión en particular. Nuestra nación no logrará la salud permanente sino dentro de sí misma y gracias a la aplicación de este principio: el interés común antes que el propio
* Para realizar todo lo que precede (….) los representantes juran consagrarse sin desmayo y, si fuera necesario, sacrificar su vida para lograr el cumplimiento de los puntos precedentes. 

Si el PRI ni siquiera se acerca a un discurso semejante debiéramos, sin embargo aclarar, que estos puntos de exigencia constituían una parte de los 25 puntos presentados en la asamblea en la cual se decidió el cambio de nombre de aquel movimiento, pasando de Partido Obrero Alemán a Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, cuyas siglas en alemán son NSDAP. Esto fue en Munich, el 24 de febrero de 1920 y su gestor fue Adolfo Hitler. Izquierdas y derechas elaboran sus discursos y propuestas en el ámbito social, no en una aislada cámara hiperbárica, sino frente a movimientos que les exigen. Algunas de las propuestas “nazis” son todavía demasiado inalcanzables o radicales para algunas izquierdas en México o LA. 
 
Luchar para qué
Aún antes de que los “juegos electorales” y las izquierdas siquiera existieran, “en aquel momento en que el primer conquistador íbero posó su propio pié de cruz, sangre y pólvora sobre estas tierras, la mayoría de los pueblos indios ofrecieron una necesaria, tenaz y violenta resistencia cuyo fin fue y ha sido conservar y recuperar tierras, bosques, costumbres y la propia vida. Este combate ha sido permanente y no sólo ha enfrentado al invasor español, francés o norteamericano, sino también a los gobiernos conservadores o liberales del México independiente, y al grupo que heredó el poder como resultado de la derrota de la llamada revolución mexicana”1.
El virus de la revolución pareciera consistir en resistir permanentemente y de tanto en tanto, sacudirse de todo aquello que se siente opresivo e injusto a pesar de tolerancias más o menos prolongadas de semejantes circunstancias. El viejo topo sigue vigente. Es una lucha por retomar el control sobre las condiciones de vida y de existencia aunque se perezca en el intento y aparentemente se fracase. El “virus” de la revolución entendida como cambio de las condiciones sociales existentes es como todos comprenden, muy anterior al pensamiento de Marx. Él y su pensamiento son producto de procesos revolucionarios que lo antecedieron2.
El nacimiento del movimiento socialdemócrata alemán, con propuestas, programas, reformas, consignas y tareas de ninguna manera se negó, aún en vida de Marx y Engels, a extender su lucha social al campo de la política y del parlamento. Es más lo promovieron aunque no la redujeron a “jugar” electoralmente. Ni tampoco esa promoción los desobligaba de llamar a las cosas por su nombre. Allí está el magnífico ejemplo de toda la discusión sobre el Programa de Gotha para recuperar sensibilidades de la articulación entre principios y accionar político. 
 
Batallar en el plano político para eliminar los peores obstáculos que se oponen al crecimiento del movimiento que pretende cambiar las condiciones sociales, no es más que una consecuencia natural de la lucha. Lucha que, habiendo sido ya emprendida en el plano social requiere en su desenvolvimiento de transformaciones y reformas en el plano político en pos del objetivo de clase anhelado y delineado. Desvincular estos dos aspectos de la lucha por la revolución social, subordinar el uno al otro, o no poseer sensibilidad alguna para distinguir su relación de acuerdo a circunstancias y coyunturas, dieron pié a debates históricos en la izquierda que aún persisten3. Es el de por sí de un movimiento vivo, vibrante y deseoso de cambiar condiciones y circunstancias. De allí en más … ¡todo es discusión y debate! Y es sano que así sea.
Si a ello queremos definirlo como un “viejo problema de la izquierda” en nada nos permitirá ello avanzar en el sentido del cambio del modo de producir y consumir. Es un debate jamás agotado, es una preocupación de fondo de las izquierdas que no subestiman a su enemigo y que aparece con distintos grados de algidez en diversas circunstancias. La claridad conceptual, el apego a la verdad, la denuncia son instrumentos para no seguir la agenda que el poder del capital mismo establece. Nuestra lucha busca en su accionar y pensar dar garantías de que nunca más ayudaremos a construir un modo de producir y consumir tan ruin y asesino como éste.

¿Debilidades?
Hay cuestiones que hacen al futuro que construimos hoy, que no pueden resolverse por “acuerdos” y tampoco creemos que sea posible resolverlo sobre una única posición. Estaríamos matando a la izquierda misma, al debate que la nutre, a la diversidad de políticas, visiones y tácticas que sumadas van creando nuevas condiciones. La izquierda es una estado que como en el caso del agua reconoce distintos estadios dependiendo de factores externos. La suma de esas diversidades no siempre es aritmética, a veces suele ser algebraica cuando la gravedad de las circunstancias genera una polarización de posiciones que sólo se resuelven drásticamente. Como en la guerra civil española, como en la Alemania de Rosa Luxemburgo, como en el Chile de Allende.
Los balances de dichos momentos históricos deben ser tenidos en cuenta para avanzar en profundidad. Si la generalizante afirmación de “las izquierdas europeas han hecho del juego parlamentario y de la legitimación electoral parte definitoria de su identidad” no es acompañada de definiciones y propuestas claras de nada sirve. ¿Para imitarlas? ¿O para seleccionar todo aquellos que sirve al objetivo de superar este destructivo modo de organizar la sociedad y los recursos? El deseo de imitación pudiera poseer ciertos visos de realismo si todas las otras condiciones que acompañan al fenómeno político-social-cultural imitado fueran semejantes. ¡Pero no lo son!
El autor, (aparentemente influenciado por el trotskismo) sostiene que en América Latina, (…) las izquierdas se formaron y consolidaron de cara a gobiernos débiles, en su enorme mayoría instrumentos dóciles de los intereses neocoloniales, provinieran éstos de las élite criollas o de la metrópoli imperial norteamericana. Esta afirmación parece coincidir más con la añoranza de una burguesía clásica, que desarrolle un capitalismo endógeno, una burguesía que así pensada no existe. En cambio la burguesía realmente existente, ha impulsado un capitalismo real que hace lo que en todo el mundo hace el capitalismo, vivir del trabajo de otros y apropiarse sin escrúpulos de lo que necesite para seguir legitimándose. Ya Lázaro Cárdenas nos pidió las joyas y, no obstante, la vida ha ido empeorando hasta el día de hoy.
Las izquierdas de América Latina se formaron en condiciones sociales diferentes a las de Europa y más que formarse de cara a gobiernos débiles, se formaron de cara a gobiernos fuertes, que actuaban sin escrúpulos, que poseían una relación diferente con el mercado mundial y que para nada se sentían obligados a guardar las formas y valores europeos. No es necesario aquí enumerar la infinidad de barbaridades cometidas desde la Conquista hasta aquí.
El autor concatena sugerentemente, que dichos gobiernos hayan sido instrumentos dóciles de los intereses neocoloniales como una debilidad básica de los mismos y como conservando la ilusión de que pudiesen ser instrumentos no dóciles o sea socios igualitarios de la explotación del mundo. No nos sentimos comprometidos a luchar por cambiar la calidad societaria. Por otro lado, no deberá ignorar el autor que sobran quienes sacan la conclusión exactamente inversa, afirmando que la fortaleza de dichos gobiernos radica precisamente en sus vinculaciones internacionales sobre las cuales se respaldan para cometer las barbaridades más atroces en pos de mantener una lucrativa sociedad.
No percibimos su “debilidad” en la falta de escrúpulos para matar y reprimir, para hacerlo parapetados en gobiernos electos o en gobiernos de facto y sus diferentes variantes, según convenga a sus intereses. Suponemos que el autor contagiado por la teoría de las burguesías “débiles” que no llevan a cabo su tarea histórica de desarrollar el capitalismo, clásicamente, percibe como “debilidad” lo que sólo es devenir histórico. No es nuestro objetivo especular acerca de cuál forma específica de desarrollo capitalista sería preferible en tal o cual lugar. Criticamos el capitalismo que existe en el lugar donde actuamos y acompañamos en esto a toda una corriente histórica4.
Entendemos que el desarrollo capitalista en nuestro país muestra con transparencia lo que éste puede ofrecer en este tiempo y lugar bajo la actual correlación de fuerzas entre las clases. Sufrimos por lo capitalistamente desarrollados que estamos y también por las consecuencias de lo que semejante desarrollo conlleva, lo cual a veces confunde y lleva a algunos a cobijar la ilusión de que más desarrollo capitalista nos sacará de los problemas que ese mismo capitalismo creó. Explotación, opresión, baja calidad de vida, contaminación, enfermedades, destrucción de ambiente, cambio irresponsable de las condiciones de vida, etc.
Más desarrollo social capitalista bajo una burguesía fuerte que cumpla a cabalidad en desarrollar un capitalismo que compita por la hegemonía del mercado mundial, no es nuestro proyecto. ¡Ya estamos entre los primeros quince y no se siente nada bien! Para algunas izquierdas entre las cuales nos encontramos, más desarrollo capitalista sigue siendo una imposición social, una variable contra la cual se lucha con el fin de condicionar sus formas concretas de abrirse paso en tanto siempre han implicado sangre, sudor y lágrimas para las mayorías trabajadoras. No tener la fuerza suficiente para impedir su imposición no significa que dicha imposición no pueda ser condicionada para desarrollar mejor las futuras resistencias. Nunca puede significar aplaudir la imposición. Hubiéramos sido ludditas en los albores del capitalismo y posiblemente terminado el gulac de aquellos que reclamaban “mando único”.

Las izquierdas: es una hazaña haber sobrevivido
A través de dichas luchas de resistencia nos entrenamos para acabar con la forma social que sólo produce riqueza a través de destrucción de la biosfera, de explotar económicamente a la mayoría de la población, de oprimir políticamente y discriminar socialmente a inmensos sectores. Las formas y los métodos para terminar con este sistema varían de acuerdo a circunstancias y a la conciencia desarrollada por esas resistencias. Más allá de derrotas y tácticas erradas, las formas que se adoptan no las elige exclusivamente la izquierda, el enemigo también actúa5. Golpeadas, maltrechas, en girones, aturdidas, las izquierdas aún vociferan, intentan, se equivocan.
Mucho antes de que las izquierdas recorrieran un largo y complicado camino de derrotas electorales, a las cuales hace referencia el autor, mucho antes, las resistencias abrieron esos caminos solo para constatar sus límites: así sucedió, también, en Chile, con Salvador Allende. El socialismo es una larga sucesión de derrotas que profundizan el aprendizaje y dignifican. Si en la actualidad no hay en el continente gobierno alguno con origen distinto al electoral ello no implica necesariamente que en todos los casos la democracia se haya ampliado o que las izquierdas hayan abandonado los clamores por un cambio de sistema social. Los problemas de ayer continúan y a esos se le suman nuevos y más graves problemas cada vez más reconocidos por más amplios sectores6.
La más grande lección de los años sesenta es que el cambio social no es un coup d’ etat, no es tomar el estado, ni ganar unas elecciones y tener la mayoría parlamentaria. Cambiar las condiciones sociales es un proceso complejo y articulado que no debe en principio despreciar ningún instrumento. Tampoco obsesionarse con uno. En su pragmatismo destructor la burguesía utiliza todas las variantes que ofrece la lucha electoral y no parece haber abandonado la vía armada para imponer su voluntad. De la misma manera el No a Pinochet no fue sino una más, de las muchas resistencias del pueblo chileno a su dictadura.
La obsesión en el análisis político o de las ideas, suele descuidar la pulcritud en el análisis de los procesos económico-sociales que discurren. Que los economistas del crecimiento definieran como “milagro mexicano” a lo que en verdad fue la dilapidación de un recurso natural no renovable como el petróleo, corre por cuenta de ellos. Desde un enfoque menos capitalistamente entusiasta (sabemos que estos señores cuando ven dinero pierden la compostura), la estabilidad social señalada por el autor nunca existió en verdad para enormes porciones de la población mexicana. El milagro solo consistió en un circunstancial hecho geológico. Social y económicamente y desde hace ya bastante tiempo semejante dependencia sobre un solo recurso es catalogada como una enfermedad: la enfermedad holandesa7.
Si esa estabilidad social hubiera existido no hubiese estado entre las preocupaciones fundamentales de los sucesivos presidentes priístas (…) la desarticulación de cualquier organización que, de manera autónoma, levantara las banderas de la libertad y la justicia social, propias de la izquierda. Si la marginación y el hostigamiento político no resultaban efectivos, cuando la cárcel o el cohecho de los dirigentes no frenaban el intento de organización autónoma y masiva, de tinte izquierdista, el Estado mexicano recurrió a la represión selectiva de los líderes de izquierda, cuantas veces fue necesario en la larga noche del presidencialismo, según propias palabras del autor.
Según el autor, Jesús Reyes Heroles le ha planteado (parece que con conocimiento de causa) que la derecha …es tan fuerte y tiene tanta influencia en la sociedad y en el territorio como el Estado mismo…Es una pena que esta aseveración no describa y explicite los vínculos concretos de esa fuerte influencia en la sociedad y en el territorio con el Estado y las administraciones políticas del mismo, porque allí se esfumaría la presunta “debilidad” a la que en párrafos anteriores el autor refería.
Aun habiendo sido notificado del ámbito de anclaje de la fuerza de las derechas, nuestro autor insiste en su exclusiva fijación al campo político-electoral: los indudables logros que en el campo electoral ha obtenido el PRD; en la falta de una definición estratégica en materia electoral de la izquierda, en la falta de claridad con que (la izquierda) enfrentaba la alternativa electoral, etc. negándose a tomar nota de que la fuerza de la derecha política tiene anclaje social en la sociedad y el territorio. Es decir que su fuerza, la de la derecha, radica en el modo en que organiza la sociedad (no discursivamente sino realmente) y dispone de sus recursos, en el modo de producir-consumir y en las complicidades de pensamiento y acción que se lo permiten.

La difícil tarea de administrar un Estado diseñado para explotar gente y destruir naturaleza
La tarea de confrontar a la derecha en este terreno en el cual su poder emana, es dejada de lado por el autor en la esperanza de cambiar de arriba hacia abajo a la sociedad al convertirse en gobierno. En verdad, como lo reconoce el comandante Tomás Borge, convertirse en gobierno aún a través de las armas había servido para tomar el poder pero que no servían para gobernar. Y, peor aún, si las tareas desde abajo con la mira puesta en reconocer la incapacidad (no sólo histórica) del modo capitalista de producción y consumo de garantizar la integridad de la biosfera y de los humanos, no se hubieran realizado con coherencia y consecuencia8. Poner en marcha un modo de producir y consumir alternativo al capitalismo requiere algo más que deseos, armas o maquiavelismo.
La derecha política puede que no se corresponda directamente con la derecha social, pero se basa en ella. Por otro lado, la izquierda política reconoció que su fuerza en el plano social está entre los desposeídos y explotados. Destrabar obstáculos en las ideas y en los hechos en medio de la maraña de la miseria física y social, requiere por supuesto de ciertos cambios indispensables en el plano político. Los sindicatos europeos terminaron sosteniendo al partido político pero no sin antes haber disputado todo lo que se podía disputar en el plano económico-social, ello fortaleció su organización y también sus ideas y visones. La socialdemocracia propuso llevar al plano social una democracia que hizo suya pero que tuvo que ampliar desde la lucha social. El triunfo electoral fue el reflejo de un cambio en la correlación de fuerzas sociales con claros objetivos a perseguir. Nunca a la inversa.
Muy por el contrario a lo que expresa el autor creemos que las experiencias europeas (Miterrand, Tony Blair, González y Zapatero, Mario Soares) y las enseñanzas latinoamericanas (Allende y la Concertación Democrática, Lula, Evo Morales) nos hacen saber que las izquierdas no acceden al poder por la vía democrática porque el poder está en otra parte. Cochabamba lo señaló.
La democracia y el parlamento son ámbitos en los cuales es obligatorio para los socialistas desentrañar las redes del poder que sostienen este modo de producir y consumir. Condicionan sí, ciertos aspectos de ese poder, y está bien que así lo hagan. Pera al hacerlo deben tener muy claro e identificar donde ese poder radica y, al igual que la experiencia europea, podrán constituir gobiernos sólidos y duraderos en la medida que sean capaces de apoyarse en un movimiento social poderoso y articulado que desanime las represalias y los contraataques de los barones del dinero. Y si bien parte de los avances del movimiento requieren de medidas en torno de políticas y propuestas atractivas, identificadas con los intereses mayoritarios debemos tener perfectamente en claro que ni Tony Blair, ni Felipe González, ni Zapatero, ni Miterrand las supieron generar.
La confusión de dónde reside el poder y cómo se difunde es el tema del día. En México se ha acuñado el concepto de “poderes fácticos” que todavía se limita a identificar sólo algunas expresiones corporativas. La vinculación de dichos poderes con la política va mucho más allá de las anécdotas de Peña Nieto y se extiende a todas las expresiones políticas en tanto que, la única manera, en que México ha podido acomodar sus procesos electorales en ausencia de verdadera democracia ha sido con dinero. Desde este ángulo y con los argumentos expuestos coincidimos con el autor en que hoy, el mismo proceso electoral legitima y, por tanto, refuerza el status quo, del aparato de Estado vigente.
El rumbo que pueda tomar la democracia en México no parece circunscribirse a la arena electoral, por amañada, por excluyente, por respetuosa de formas sociales oprobiosas. Creemos que nunca hemos dejado atrás los tiempos del tironeo faccioso y la inestabilidad institucional, ni hemos avanzado en que el parlamento refleje todo el pluralismo político y social que en México realmente existe. Dadas estas circunstancias seguiremos dando la batalla allí donde la injusticia se manifieste. 
 
Otros socialdemócratas, en otros tiempos y lugares, (en este caso también mujer pero de otra clase), y para nada encandilados con las batallas electorales, aunque participaran en ellas, nos legaron parte de sus experiencias aconsejándonos:
El hecho que divide a la política socialista de la política burguesa es que los socialistas se oponen a todo el orden existente y deben actuar en un parlamento burgués fundamentalmente en calidad de oposición. La actividad socialista en el parlamento cumple su objetivo más importante, la educación de la clase obrera, a través de la crítica sistemática del partido dominante y de su política. Los socialistas están demasiado distantes del orden burgués como para imponer reformas prácticas y profundas, de carácter progresivo. Por lo tanto, la oposición principista al partido dominante se convierte, para todo partido de oposición, y sobre todo para el socialista, en el único método viable para lograr resultados prácticos. (Rosa Luxemburgo – La Crisis Socialista en Francia)
Hoy cuando queda más claro que nunca que el capitalismo, como modo de producir y consumir, nos llevará a estrellarnos contra los límites del planeta. Hoy, cuando con más claridad que nunca antes muestra, como sistema social, sus propios límites físicos y mentales al insistir en expandir la destrucción de la biosfera sin haber cumplido las promesas del gozo de sus proclamados beneficios. Hoy, propugnar más de este desarrollo asesino, es otorgarle al capitalismo licencia para matar, similar a la que se le otorgó a Hitler aunque ahora extendida al mundo entero.

1 Movimiento indígena y magonismo en México – Juan Carlos Beas y Manuel Ballesteros – Integrantes de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Itsmo (UCIZONI) 1986

2 La vinculación entre la resistencia indígena y magonismo, es parte de una tradición socialista, y se presenta determinado por el comunalismo de los pueblos indios. El magonismo se nutre fundamentalmente de tres corrientes: el liberalismo mexicano, el anarquismo europeo y el comunismo indígena. (Idem)

3 El movimiento magonista al igual que otras corrientes populares fue derrotado. La revolución al convertirse en gobierno, murió. El grupo que capitaliza este gran movimiento social se ve obligado a adoptar algunos postulados programáticos del magonismo para dar carácter revolucionario a ese documento que nació muerto: la Constitución política del 17. Sin duda el magonismo constituye la principal fuerza de oposición a la tiranía porfiriana, pero no logra hacer triunfar su avanzadísimo proyecto social. (Sub nuestro) (Idem)

4 La situación fue difícil desde un principio, desesperada a veces, sin embargo Teodoro nunca dejó de platicar con su hijos (Los hermanos Flores Magón): “Que distinta es la vida en Teotlitán y su región, a la vida en este pobre México (Ciudad de México). Allá todo se posee en común, menos las mujeres. Toda la tierra que rodea a nuestros pueblos pertenece a la comunidad entera. (…) Así cuando llega el tiempo de levantar la cosecha y de repartirla entre los miembros cada uno recibe su parte de acuerdo con sus necesidades. (…) Aquí en México, vean al obrero: trabaja doce horas al día y sólo le pagan 25 centavos. En el campo los peones de las haciendas están peor…

5 De 1892 a 1903 el magonismo hará una defensa abierta de la vigencia de la Constitución del 5 de Febrero de 1857; constantemente denunciarán las violaciones a dicho ordenamiento legal que realizaban de manera sistemática jueces, burócratas y demás cagatintas. (idem)

6 Correa en Ecuador cada vez más cuestionado como extractivista por sectores indígenas; Cristina en Argentina expandiendo la soja transgénica de Monsanto; el gobierno de Lula generó la posibilidad de un partido verde poderoso en Brasil que le impidió ganar en primera vuelta.

7 Enfermedad catalogada como peligrosa en tanto la dependencia sobre la exportación de una materia prima principal deforma el conjunto de la estructura económica si no hay una visión dispuesta a minimizar dichas deformidades.

8 El ideal socialista de los magonistas identificaban la representación asamblearia, los trabajos comunitarios y el goce de la tierra en común, como formas antiguas, propias de los pueblos indios, las cuales representaban una alternativa revolucionaria…la revolución debía garantizar al pueblo el derecho de vivir, y que sólo la revolución social podría pones en las manos de todos, hombres y mujeres, la tierra, la fuente de la vida.

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