FICCIONARIAS...

Chucho el rojo y neopaganismo radical

Por Rigel Solís

“No mames, cómo que vamos a misa, sabes que soy alternativo, pro comunista, punk moderado y neopagano, vamos a la peda pero a la misa nel”; le dije a ella respecto a la boda de su amiga. Total, y para que luego no digan que no soy tolerante, acepté ir a la chingada misa.
Llegamos un poco tarde, situación que luego lamenté pues me hubiera gustado escuchar qué carajos dijo el pelaná cura en esa parte del rito católico que llaman homilía, ya que una vez que tomamos asiento jaján agarré un misal, digo, hay que aprovechar y leer algo mientras un ignorante aconseja sin fundamentos a un par de pendejos en el altar.
En la liturgia de la palabra leí del libro de los hechos de los apóstoles 4,32-35, palabras menos que: “todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenían. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas los vendían, y luego el dinero se distribuía según lo que necesitaba cada uno”. Puta madre, a huevo que Jesús era marxista.
Seguí hojeando el misal hasta llegar al epílogo “para entender mejor la primera lectura”. Ahí el editor del cuadernillo da su opinión asegurando que aquella práctica “es lo que realmente debía suceder, y el que la realizaba, demostraba haber entendido verdaderamente el proyecto de Jesús”. Empecé a encabronarme.
Aunque previamente conocía el perfil político de Chucho el rojo, pensé que qué pendejos los unos por citar y comentar por escrito las lecciones comunistas de aquel personaje que los pone en evidencia, y más pendejos los otros que si leyeran con atención se darían cuenta del torcido proceder de la pinche iglesia.
Terminé de molestarme cuando, al final de la ceremonia mientras los ya esposos eran retratados y cínicamente abrazoteados por tantos que no veían la hora de ponerse a chupar, el puto curita, cerdo y culero, al salir corriendo del templo para subirse a toda prisa a su Dodge del año, tropezó con un chavito que pedía caridad afuerita, atizándole senda cagotiza por estar ahí estorbando.
“Estos jueputas hablando de comunismo cuando son los que más acumulan riqueza a costillas de los pobres más jodidos”, eso pensé y decidí llamar a mis correligionarios de la secta neopagana para poner en marcha el plan “Ardiente Putona” ahí mismo en la ermita de Santa Isabel.
Los radicales llegaron con bombas molotov, materiales incendiarios, patas de cabra y sacos para cargar tesoros. La quemazón y el saqueo estuvieron de película, fue un acto de fe y venganza. Hoy llevamos diecisiete templos católicos y cuatro mormones, los que no entendieron el proyecto de Chucho el rojo y utilizan su imagen para enriquecerse tiemblan, la policía nos la pela y cada día somos más los que abrazamos el culto a los viejos dioses y la naturaleza.

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