¿¡APRECIACIONES/CRÍTICAS!?

Un único mundo
Teatro unipersonal en El Teatrito

Por: Rigel Solís Rodríguez

En pleno “Festival Anual de las Artes Otoño Cultural 2009” una de las mejores actividades en materia de teatro fue, sin lugar a dudas, una que NO trajo el Instituto de Cultura de Yucatán, organizador y promotor del evento, y que por supuesto no figuraba en el programa de dicho festival. Se trató pues, de un espectáculo unipersonal venido desde Argentina gracias al esfuerzo de la compañía “D1” de aquel país y del Centro de Investigaciones Escénicas El Teatrito A. C. que justamente en el año que se nos va por el caño al sumidero cumple y celebra diez años de presencia y resistencia en esta ciudad capital del estado yucateco.
Las actividades en El Teatrito son autogestivas y la promoción se hace principalmente de boca en boca y de red en red, de tal suerte que la noche del viernes 16 de octubre fue grato encontrar mucha gente para presenciar la obra en un recinto cuya capacidad es reducida y limitada. Muy satisfactorio fue ver en el improvisado hall del teatro, en la banqueta de la calle 25 casi esquina con 14 del viejo barrio de Chuburná, lo mismo jóvenes en busca de alternativas de divertimento inteligente y expresiones artísticas no huecas, o niños que gustosamente asisten con sus padres a mirar propuestas muy alejadas de la basura televisiva, gente del quehacer teatral de la ciudad, así como buenos amigos del mundillo cultural meridano.
La temática de la obra no podía estar más ad hoc con la recién pasada no fiesta del mal llamado “Día de la Raza” y la historia muy aproximada a la del padre del mestizaje peninsular Gonzalo Guerrero, historia recordada por algunos dignos yucatecos y pretendidamente borrada por su contraparte burguesa. “En 1519, Don Santiago de Quevedo, noble español, y su flota llegan a territorio Azteca con el fin de imponer la religión cristiana y colonizar el lugar, expropiando tierras, oros y saqueando casas, en nombre de Dios. Al llegar conoce a Xochitl, una princesa nativa de quien se enamora rápidamente. Santiago, lejos de tomarla por la fuerza, pide la mano de la joven a su padre, el rey Nezahualpilli, quien le impone una serie de condiciones que Santiago cumple con el transcurso del tiempo. Durante ese tiempo, Santiago va conociendo al pueblo azteca y poco a poco va modificando sus sentimientos y convicciones y comienza a dudar sobre la existencia de un Dios tan cruel que promueva la muerte y la humillación.”

La puesta en escena resultó altamente contundente y eficaz partiendo de la dramaturgia de Gabriela Fiore y Leandro Calderone, música original de Carlos Vignola, Núria Martínez y Fernando Lerman, pero sobre todo por la excelente actuación, interpretando todos los papeles, del actor, mimo, autor y director de teatro Carlos Vignola, todo bajo la dirección general de Gabriela Fiore. Con equilibradísimo manejo del escenario, puntual gesticulación y no más de un cajón de madera y una flauta acompañando al actor de neutra vestidura, los espectadores pudimos ver a soldados españoles combatiendo con guerreros aztecas, así como la interacción de personajes unas veces en los aposentos del rey o la princesa y otras en los de un simpático sacerdote azteca. La infraestructura e instalaciones de El Teatrito contribuyeron discretamente a la calidad del espectáculo demostrando una vez más que cuenta con un excelente sitio para el teatro íntimo e independiente.
Ya en lo reflexivo, como se acostumbra en el pequeño recinto de Chuburná, al final de la obra, y luego de los mas de 30 espectadores quedarse cual paletas de hielo sin aplaudir hasta que Vignola en plena oscuridad tuvo que indicar que la obra había concluido, el público manifestó su parecer en torno a lo presenciado e hizo algunas preguntas al actor. Sobresalieron comentarios en cuanto al contenido social y de cómo se ve a quinientos años en el andar de Cronos asuntos como la conquista, la dominación religiosa y el mestizaje, pues hoy tendríamos que poner sobre la mesa temas como el intercambio cultural, el libre pensamiento, la tolerancia y fraternidad como banquete que nos saque de la desnutrición social y espiritual que padecemos como civilización.
El espectáculo se repitió el sábado 17 con más de 40 personas en el público. Bravos y aplausos para Carlos Vignola, la Compañía de Teatro D1 y El Teatrito que hicieron posible “Un único mundo” enriqueciendo la oferta artística-cultural de la ciudad.


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“Un Único Mundo” de Carlos Vignola

Por: Joregue Alvarez

Lo primero que me sorprendió de Carlos fue la exactitud de sus movimientos y el veloz cambio de personajes. Soy aficionado al Tai Chi y era evidente su experiencia en ese arte.
El argumento era sencillo y llevado con humor para suplir el conocimiento de una cultura profunda y avanzada como la precolombina mesoaméricana, pero el mensaje del título de la obra era claro en ese argumento.
Nunca existió ese “Nuevo Mundo” del que nos hablan, era sólo otra cultura, gente con diferente forma y color pero, sobre todo; con otros valores. Pero a pesar de la controversia con Portugal e Inglaterra, eran humanos, sintiendo cosas de humanos.

Cuanto más superficial: más diferencias, cuanto más profundo: más similitudes hasta llegar al centro donde todos confluyen en Uno. Asi decía mi maestro de Filosofía refiriéndose a la observación de un grupo heterogéneo de seres.
Los personajes de esta obra están llenos de diferencias exteriores, pero 2 de ellos descubren su unidad con algo tan sencillo y trillado como el amor.
No es sólo ficción. En la realidad Gonzalo Guerrero, un “conquistador” que había venido con Cortés abandonó su cultura y se hizo maya llagando a perder la vida luchando contra Cortés dirigiendo fuerzas civiles mayas y defendiendo a su familia.
Cierto que antropólogos como Gary Jennings creador del “best Sellers” Azteca, niegan su existencia, pero son productos de los mercados de ideas, (mal llamadas universidades), de EEUU y sus monos cilindreros de México.
Varias veces en la historia se dio el caso de transculturacion entre antropólogos extranjeros que hacían trabajos de campo y decidieron adoptar la cultura y modo de vida maya.
Volviendo a la obra Carlos Vignola se sintió molesto consigo mismo y se notó; por haber transpirado profusamente en la ejecución de su trabajo a causa del impiadoso calor de Mérida, pero pienso que le molestó más a él que al público.
También quizo saber si a nadie había incomodado el que se representara una obra con humor sobre una cultura tan alejada de Argentina, su país natal, como la azteca pero, en lo que a mí respecta que soy obsesivo estudioso y admirador de la cultura precolombina, no sólo no me molestó sino que me pareció un acercamiento simpático para mostrar algo más trascendente que una cultura local; la unidad esencial de todos los hombres.

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