BITACORA DE APUNTES


El Teatrito: apuntes de una experiencia de Arte en Resistencia*

Ricardo Andrade Jardí
Director Artistico de El Teatrito


Sin duda la experiencia escénica es un hecho individual y consta de dos partes fundamentales: la experiencia escénica como espectador y la experiencia escénica como creador, cualquiera que sea la especialidad del artista-creador como sujeto de una experiencia teatral.
Por tanto, las reflexiones aquí vertidas no pretenden ser bajo ninguna circunstancia una visión única del teatro o del quehacer teatral, si acaso reflexiones en voz alta sobre un modo particular e irrepetible que nace de los casi diez años de trabajo del Centro de Investigación Escénica El Teatrito, A.C.; se trata posiblemente de un acercamiento secundario de lo que ha sido para quienes hemos militado de forma permanente o temporal, la experiencia de la creación escénica desde la trinchera del arte independiente y de lo que se ha hecho llamar en Latinoamérica: arte en resistencia.
Hemos priorizado un teatro que responda a formas de trabajo grupal éticas antes que estéticas, pero no permitiendo que esto nos distraiga de nuestra búsqueda estética, nuestra poética propia, en la que intentamos hasta donde nos ha sido posible no justificar nuestra mediocridad frente a las carencias materiales que nos aquejan, sino un teatro que siempre logre suplir las carencias económicas, mediante procesos imaginativos de alto rigor ético y estético, procesos que además traducimos, desde nuestra experiencia, como uno de los compromisos fundamentales del trabajo frente a nuestro público.
Estos mismos procesos nos han enseñado nuevas formas de producción que responden a concepciones propias de nuestra visión social, así como a la investigación, creación y búsqueda de tecnologías de punta de bajo presupuesto y de consumos energéticos alternativos. Sin demeritar ninguno de los procesos técnicos o tecnológicos, excepto los arquitectónicos –por obvias razones-, que supone una sala teatral, propia e independiente, un Centro Cultural moderno, pronto a la creación de todas las áreas del quehacer y la investigación escénica.
Buscamos como fundamento hacer de nuestros espacios lugares para el diálogo, para la reflexión y el debate de ideas, frente a subjetividades opresivas, que se alimentan del silencio y el “confort” que éste ofrece aparentemente. La experiencia frente al público deseoso de diálogo, de lugares para ser escuchado, nos ha conducido a mantener siempre las puertas abiertas a la crítica -de lo que vemos y entendemos-, pero sobretodo a exponer con honestidad el trabajo que realizamos a todo tipo de señalamientos. Lo que nos ha dado la satisfacción de contribuir a generar públicos críticos y participativos tanto de nuestras poéticas, como de los diversos eventos comunales que le rodean.
El teatro -como arte en resistencia- es un espacio para hablar, para denunciar, un espacio donde el silencio cómplice no cabe… “El teatro es el lugar más democrático, donde las mayorías siempre tienen algo que decir, y normalmente esas mayorías son los muertos, la memoria”. Creemos que el arte en resistencia es un instrumento esencial de la vida social para defender la memoria histórica colectiva.
Hemos aprendido en estos diez años la enorme responsabilidad que el artista-creador debe tener frente a su momento histórico, pero también la enorme satisfacción de saber que no estamos solos, que la trinchera de la resistencia artística “recorre el mundo”, y que somos una infinitesimal parte de ese recorrido de micro política, de ese devenir minoritario que hace del teatro algo tan único y distintivo para la experiencia de la vida social.

*Esté texto fue publicado originalmente en la Revista Soma (Yucatán) en octubre del 2008

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