EDITORIAL

Subsidiemos el trasporte con el 20% del salario de la gobernadora y de los altos funcionarios de su gabinete

Primero fueron las violatorias y controvertidas reformas de ley dictadas al modo de la jerarquía católica y el conservadurismo burgués de Yucatán, luego la “vaquería del segundo informe ciudadano” al estilo de cualquier show de la telebasura mexicana y ahora el aumento del 20% de las tarifas de camión con lo que se afectará, sin duda alguna, directamente la bolsa de cientos de trabajadores, de desempleados, de familias, que por un pésimo servicio de trasporte público, ahora tendrán que pagar un peso más, no por llegar a su destino, sino por la latente posibilidad de no llegar más que al panteón con chóferes que violan todas las normas de seguridad. Y no es algo que supongamos, sino hechos que nos toca ver y vivir todos los días a quienes nos vemos obligados, por las razones que sean, a utilizar un servicio concesionado a particulares, que es una obligación de todo gobierno ofrecer y garantizar en las mejores condiciones. Y no en las que existen, con los actuales concesionarios que al parecer siguen imponiendo su chantajista voluntad a poderes Ejecutivo (s) cada día más desapegados de la realidad de sus gobernados y al servicio de empresarios privilegiados por la imounidad y la corrupción de un sistema que es ya incapaz de velar, más allá de las demagogias, por las necesidades de la ciudadanía.
Es un plan con maña. Este fin de semana aumentarán las tarifas del deficiente y peligroso (uno de los que más accidentes tiene y provoca en el país, colocando a Yucatán entre los primeros cinco lugares en defunciones por accidente automotriz) transporte público. Y, ante la experiencia del 2007, empresarios chantajistas, que insisten que no les alcanza, es decir, malos empresarios a los que habría que quitarles las concesiones ante la incapacidad de operar bien uno de los más rentables servicios que debe ofrecer el Ejecutivo del Estado, autorizan el aumento, que desde hace tiempo buscan, y que seguramente seguirá siendo subsidiado por el gobierno de la “nueva mayoría”. Faltaba menos, aunque la mayoría sea lo que menos importa, pero el mentado aumento del 20% (un peso más), por ahora, no es para los estudiantes, un intento, posiblemente exitoso, de evitar las protestas como las que dieron origen al movimiento estudiantil en Mérida en contra del alza del transporte, lo que culminó con la brutal represión contra jóvenes y estudiantes, usando como pretexto la visita, del asesino ex presidente George W.Bush, a Mérida en marzo del 2007.
Este es el verdadero rostro del “Nuevo PRI”, en todo el país: mucha demagogia y poca sensibilidad, “mucho pueblo”, pero de lejos siempre que se pueda.
La crisis no es pareja, a los trabajadores no se les aumenta el salario, los costos de la vida están por encima incluso de la inflación y cada vez que un empresario mediocre chantajea a los gobernantes estos arremeten, con cascadas de justificaciones y vociferaciones, contra los que menos tienen… Hasta que todo reviente.
Si los empresarios particulares no pueden con la concesión del servicio público, pues consideran que la altísima tarifa de 5 pesos, una de las más altas del país, no es suficiente para el estilo de vida que quieren tener, a pesar de que para el servicio que ofrecen, incluso 3 pesos son indignantes, que el Estado recupere el servicio y que sea el 20% de los sueldos de los altos funcionarios los que subsidien el trasporte. De esa forma no sólo no tendrá que aumentar el costo del servicio. Sino que incluso se puede reducir y mejorar. Y es eso lo que representaría el gesto de verdadero compromiso social del Ejecutivo estatal. Pero… sabemos también que eso no pasará, que los únicos gestos de voluntad que debemos esperar de nuestra “bendita” clase política, son los que tiendan a favorece a los capitalistas que comprometan su apoyo financieros para las futuras ambiciones del funcionario en turno del partido político que tenga más posibilidades de ganar.

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