APORTACIONES (IN)VOLUNTARIAS
¿Que es El Teatrito?
Por: María Teresa Jardí
A punto de iniciar, hoy, de la nada, me consta, El Centro de Investigación Escénica El Teatrito, A.C., su 8° Festival Independiente de Teatro Intimo (FITI) Encuentro Internacional Dialéctica 2010, en medio del 10° Cruce-Encuentro Iberoamericano de Teatro Cruzando Fronteras, no puedo dejar de preguntarme de dónde saca esa magia que, sin duda, tiene El Teatrito. Lo que incluso tantas envidias despierta. Buscando la respuesta llego a la conclusión de que El Teatrito es la opción de vida de mi hijo y de mi nuera. Un lugar de encuentro de personas que provienen de diversas geografías. Un espacio donde el amor es la meta. Y me asombro, yo misma, al escribir, la última respuesta.
Pero, sí, la respuesta de ¿qué es El Teatrito? la encuentro en la palabra amor, que, por trillada, a veces, nos lleva a que olvidemos la importancia que su contenido tiene, cuando se vive plenamente el amor al otro, el amor a la naturaleza, el amor a la vida…, todos los amores, como un solo amor, de manera intensa cada momento del día, todos los días.
¿Por qué es El Teatrito un lugar que el amor tiene por meta? ¿No tendrían que ser eso las iglesias? Pues, sí, también tendrían que serlo. Pero tan a la baja incluso las neuronas, las iglesias también han olvidado que en el amor al otro, como a sí mismo, es donde converge el bien en el planeta.
Del tiempo en que fui parte física integrante de ese proyecto integral de vida, porque El Teatrito también es eso, sin mentir, puedo decirles que obtuve la mejor enseñanza de mi vida. La de aprender a apropiarte de aquello que te impulsa a ser mejor contigo mismo y con los otros cada día.
Nunca, luego de El Teatrito, podría ser la misma que antes era creyendo que cumplía con lo que me tocaba hacer por el prójimo e incluso por mí misma.
Es algo más profundo lo que deja el ser parte de ese proyecto, que, por eso, sin nada, repito, y testigo soy de ello, ha prevalecido tantos años a pesar de tenerlo todo en contra, inclusive la envidia, que con sus dardos envenenados ha intentado una y otra vez destruirlo, logrando quitarle mucho de lo que le corresponde por derecho propio. Que no es que El Teatrito aspire a que a nadie se le quiten nada para él obtenerlo. Simplemente lo que le corresponde incluso porque así lo señalan las leyes. Y menos aún aspira El Teatrito a arrebatarle a alguien el talento y al contrario la aspiración de El Teatrito es contagiar para que el talento fluya y se multiplique y se apropie y llegue a todos los rincones impulsando el cambio a ese otro mundo posible donde cada ser humano se sienta digno porque se sepa persona y donde nadie se atreva a pisotear la dignidad de ese otro que, aunque nada material tenga, espiritualmente es otro ser respetable como uno mismo.
El talento, fomenta El Teatrito, sí. El talento al que han renunciado, los que todo lo reciben a manos llenas, porque son parte del sistema, el talento que no se esfuerzan en hacer fluir, prefiriendo apropiarse de todo: fechas, nombres, grupos… sin entender, nunca lo entenderán, porque para eso tendrían que acercarse a lo que da El Teatrito, que en esa nada aparente está la virtud de elección integral del arte como opción de vida. Opción de vida en la que la renuncia a las cosas materiales es la constante, sí, pero en la que las cosas materiales, al ocupar el sitio correcto, dejan de tener importancia, frente a lo mucho que hay delante. Opción de vida que no se monta en el dinero ni en las dádivas que exigen como pago, el hacer “lo correcto”, que nunca es lo importante.
El Teatrito te da esa sensación de saber que apropiándote de su enseñanza vas a poder decir en el momento de la muerte, que a fin de cuentas es el momento de la vida: misión cumplida.
Mi amigo Jorge Alvarez escribió, en El Tábano de Io, me parece, que El Teatrito lo hace sentir pleno y al leerlo pensé que esa era justamente la palabra adecuada para describir cómo salía yo después de presenciar una puesta en escena en ese lugar tan especial y tan lleno de magia como les dijo a sus integrantes el director del Teatro Estudio, Abraham Oceranzky, cuando conoció El Teatrito.
De cada función se entra uno y se sale otro como mejor persona.
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