Muégano Teatro, broche de oro del FITI
Por: Rigel Solís Rodríguez
Mucha expectativa causó la presentación, desde Guayaquil Ecuador, de la compañía Muégano Teatro en el cierre del Octavo Festival Independiente de Teatro Íntimo (FITI) el domingo de la desdibujada efeméride del 21 de marzo, de tal suerte que fue necesario hacer una segunda función para la gente que se quedó fuera de la primera. “Sólo dura cincuenta minutos” decían los nerviosos organizadores a los que debían esperar su turno, mientras los Muéganos encantados estaban de repetir con tal que su público no perdiera el espectáculo llamado simplemente Karaoke.
Con actuaciones exigentes más no exageradas Pilar Aranda, Marcia Cevallos y Santiago Roldós me hicieron sentir en un sueño de farsa, crítica y drama en el que Morfeo sampleaba pistas oníricas como lo hace un Disc Jockey con canciones armónicas, sólo que el dios del sueño seguro estaba ebrio porque las piezas que programaba eran caóticas, bueno, de por sí los sueños escapan del orden y la lógica, así que el texto de Santiago Roldós por momentos me hizo bolas.
Al principio me perdí un poco, pero de pronto y gracias a la dirección, escenografía e iluminación, también a cargo de Roldós y asistencia técnica de Aída Calderón, lo que pasaba frente a mi vista se me figuró así, como un sueño caótico pero cuyos fragmentos hacían mofa de algo o alguien, criticaban al hombre y su sociedad, así como se cagaban en el mismo mundo. Con citas de todo tipo que por instantes cargaron de barroquismo la obra y la hicieron un tanto pesada, así como con guiños musicales y cinematográficos la puesta dejó ver la capacidad actoral de los ecuatorianos, misma que alcanzó niveles sublimes y de paso sirvió como excelente broche de oro del FITI.
También percibí reminiscencias de locura en Karaoke. ¿Y es que acaso igualmente yo estoy loco? ¿O no? ¿Quién está más loco o más cuerdo? ¿Qué carájos es la cordura? ¿Las utopías son locuras? Quizás esas jaladas son sólo mías o algo así como una dramaturgia del espectador, pero lo cierto es que, además de divertirme y entretenerme, la obra me cuestionó, acusó y criticó, o fue que solamente me vino algún saco de tantos tipos y colores que del onírico armario salieron. Ideas de orden y caos machacaban mi cabeza: ¿qué pasaría si los tiburones fueran hombres?
Luego supe que el texto de Santiago gozó también de la dramaturgia de las actrices Marcia y Pilar, quienes durante el proceso del montaje hicieron aportaciones que transformaron y enriquecieron el fenómeno teatral. Por tanto, creo que mis descabelladas lecturas de sueños, críticas y locuras, lejos de estar fuera de lugar o no, se suman a ese proceso que se cierra con el espectador.
Y cuando desperté todo había llegado a su fin, se gastó el Octavo FITI, cuya diversidad permitió reflexionar y divertirse lo mismo con obras originales que con la adaptación de un clásico y propuestas de distintos géneros y técnicas escenográficas. Por otro lado, la taquilla solidaria y acertada programación de funciones y horarios dio chance de aprovecharlo al máximo.
Con presencia de Renán Guillermo, director del Instituto de Cultura de Yucatán, y Juan De La Rosa, quien dirige el área de Teatro de la misma institución, Ricardo Andrade y Amanda Quezadas, directores de El Teatrito y del FITI, agradecieron a todos los que lo hicieron posible, tanto autoridades culturales del Gobierno del Estado, compañías participantes, amigos colaboradores y muy en especial a todo el público que asistió y fue parte de la maravillosa experiencia del Teatro Íntimo y el Encuentro Internacional.
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